Instituto le dio un golpe a San Lorenzo, al que no lo salvaron ni las buenas atajadas de Chila Gómez y se fue preocupado de Córdoba

Celebran los hinchas de Instituto la merecida victoria 2-0 ante San Lorenzo que lo volvió a meter en zona de clasificación para la Copa Sudamericana y que lo mantiene expectante en el torneo, a ocho puntos del líder, Vélez. La cara opuesta de la alegría de los cordobeses es la preocupación con la que se fue el entrenador Leandro Romagnoli: el Ciclón no fue goleado simplemente por la notable actuación de Gastón Gómez. No termina de arrancar el conjunto de Boedo y cada vez se aleja más de la posibilidad de meterse en una competición internacional.

La diferencia en la primera etapa fue la intensidad con la que jugó Instituto. En un fútbol tan parejo como el argentino, se saca ventaja si es grande la distancia en la energía de un equipo y del otro. Porque no se puede aseverar que la Gloria jugó mejor que San Lorenzo. Pero sí se puede sentenciar que lo hizo con más ganas, yendo a todas las pelotas como si fuese la última, poniendo el pie y el cuerpo en cada una de las divididas. Así, los cordobeses fueron llevando el juego más cerca del arco de Gastón Gómez que el de Manuel Roffo. Y esa cercanía lo habilitó a crear situaciones.

A San Lorenzo le costó el partido porque no hizo pie en el mediocampo. Iker Muniain comenzó recostado por la izquierda y rápido Leandro Romagnoli lo pasó al medio para que Alexis Cuello haga la banda. Necesitaba agarrar más la pelota el Ciclón para sufrir menos. Tampoco funcionó.

Hizo méritos el local para irse en ventaja al entretiempo. Chila Gómez atajó dos muy buenas tras cabezazos de Facundo Suárez y de Damián Puebla. Pero nada pudo hacer el ex Racing luego de un disparo cruzado de Jonathan Bay que Gonzalo Requena tocó al gol dentro del área chica. En la repetición se observó cómo Munian quedó enganchando y habilitando al marcador central.

Y Requena festejó en un lado y en el otro porque minutos después de su grito pudo tapar con la espalda una definición de Nahuel Bustos que llevaba destino de red. La habilitación de Muniain al ex Talleres evidencia qué clase de futbolista es el español.

Nada cambió en el complemento y eso debe preocupar más al Pipi: sus indicaciones -y sus seguros gritos en el vestuario- no hicieron efectos. Tampoco las modificaciones que ensayó. San Lorenzo siguió jugando mal y Chila Gómez tapando una y mil pelotas. Se repite: Instituto debió golear. Estuvo tan ajeno el Ciclón que hasta le generaron situaciones claras desde saques de banda.

Recién en los últimos minutos la visita se puso a jugar cerca del arco de Roffo. El Pipi metió a los tanques Andrés Vombergar y Francisco Fydriszewski como atacantes y a Iván Leguizamón y a Matías Reali para tirar centros. Pero apenas inquietó con un cabezazo débil de Eric Remedi que le fue a las manos del arquero.

A Diego Dabove le podría quedar una sola preocupación tras la buena noche: la falta de eficacia. Porque la Gloria no debió llegar a los instantes finales con tan solo un gol de ventaja. Ya sobre el cierre, el ingresado Ignacio Russo le puso el pie a un buen pase de Jeremías Lázaro para el 2-0.

Fue en falso el paso de San Lorenzo en Córdoba y la ilusión que despertó el triunfo de la fecha pasada ante Banfield con los goles de Munian ya es parte de la historia. La fiebre que parecía asomar se esfumó. Vendrán nuevos días de dudas, con un entrenador que no termina de encontrar la idea y con un grupo de jugadores de rendimientos irregulares.

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