A todas partes te seguiremos

Mientras acá hoy empieza el invierno, allá, en Miami, está lleno de hinchas de Boca, de a miles. Es una ley de la economía bostera: dólar barato, viajes al exterior con canchas llenas. El 28 de noviembre de 2000, un año antes de que se pudriera todo, Boca, tal vez en el triunfo más importante de su historia, le ganó en Japón al Real Madrid, con los recordados goles de Palermo y un gran partido de Riquelme. El estadio nacional de Tokio rebasaba de hinchas de Boca. ¡Fue la gran final del 1 a 1! (el dólar, no el resultado del partido) y la clase media y media alta (ese público que la presidencia de Macri en el club hizo entrar al fútbol de un modo masivo) no perdió la oportunidad.

Ahora no se la iban a perder tampoco, con un dólar tan barato como el de Martínez de Hoz y Menem (la continuidad entre la política económica de Milei y la de la dictadura y el menemismo e, incluso, una parte de la del macrismo –el endeudamiento externo y la timba financiera– es tan evidente como que la camiseta de Boca es azul y amarilla). Y allí Boca llenó todo ayer a la noche contra el Bayern Munich, y antes contra el Benfica. A River le costó un poco más: lo mandaron a Seattle, ciudad lejana que no tiene los shoppings de Miami ni es un lugar aspiracional para la clase media y media alta, que ve en Miami casi un lugar de pertenencia.

River tiene que ir hoy a jugar a Los Ángeles, capital del mexicanismo en Estados Unidos, para terminar de nuevo en Seattle, ciudad rockera si las hay: ahí nació Jimi Hendrix y en los 90 surgió el grunge, con bandas como Nirvana, Pearl Jam, Soundgarden y Alice in Chains. Además, River no desarrolló aún esa cultura de salir al exterior como se creó en Boca desde los 2000. Sin dudas, con mucho mejores resultados en la última década que Boca en campeonatos internacionales, sin embargo Boca es, y por lejos, el equipo argentino más conocido en el exterior.

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Siguiendo con Boca, ahora sobre el partido contra Benfica (que lo empató con goles de Di María y Otamendi, la selección argentina a pleno), surge una duda futbolera, un tema de conversación que aparece todo el tiempo en los programas deportivos, y también en las mesas de café: los equipos grandes, poderosos y ricos de Europa les sacan una gran ventaja a los equipos argentinos, pero los equipos medianos, secundarios (como Benfica), ¿también? Boca jugó de igual a igual contra Benfica. Se podría decir, tal vez, que para Boca fue poco menos que una final y para ellos un partido más. Puede ser. Pero no lo sé. En un momento, o en varios, el partido se picó, y en el banco del Benfica parecían pasarla mal cuando perdían 0-2. Si equipos intermedios como Benfica jugasen en el fútbol argentino, ¿cómo les iría? Yo veo una notoria superioridad táctica del fútbol europeo (la pelota circula de un lado al otro continuamente, los jugadores rotan, nadie da un pase y se queda mirando a ver qué pasa, sino que va a ocupar el espacio), y en un campeonato de veinte fechas, equipos como el Benfica, creo, saldrían campeones sin dificultad. Pero otra cosa es a un partido, en un mata mata. Ahí Boca y River tienen cosas para decir.

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