El Gobierno de Javier Milei atraviesa una semana clave en su estrategia política, marcada por el intento de recomponer vínculos con la oposición y los gobernadores, tras una serie de derrotas legislativas que pusieron en jaque su política de equilibrio fiscal.
Luego de que el Senado aprobara tres leyes que implican un aumento del gasto público, el incremento jubilatorio, la moratoria previsional y la declaración de emergencia en discapacidad, el oficialismo busca activar negociaciones para sostener el rechazo de Javier Milei a estas iniciativas y evitar que se conviertan en ley.
La Casa Rosada enfrenta un dilema complejo: vetar las leyes implica validar el proceso legislativo que las originó, algo que el Ejecutivo considera irregular. Por eso, además del veto, se baraja la posibilidad de judicializar la sesión del Senado, argumentando su invalidez.
Sin embargo, esta estrategia requiere tiempo, y el Gobierno parece decidido a aprovechar cada día disponible para articular una respuesta política que le permita recuperar terreno en el Congreso. En este contexto, se ha comenzado a hablar de un posible acercamiento informal entre el Gobierno y los mandatarios provinciales.
El escenario elegido sería la inauguración de la Exposición Rural en Palermo, donde se celebrará un cóctel al que fueron invitados los 23 gobernadores y el jefe de Gobierno porteño. Aunque no se trata de una cumbre formal, el evento podría convertirse en un espacio propicio para iniciar conversaciones y descomprimir tensiones.
El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, son los principales interlocutores del Ejecutivo en esta etapa. También se menciona al asesor presidencial Santiago Caputo y al operador político Eduardo “Lule” Menem, aunque ambos sectores mantienen diferencias internas que podrían dificultar la coordinación de las negociaciones.
Espacios
A pesar de estas fricciones, todos comparten el objetivo de sostener el veto presidencial y evitar que las leyes aprobadas por el Senado sean ratificadas en Diputados. La Cámara baja se presenta como el terreno más fértil para el oficialismo, dado que cuenta con una mayor proporción de bancas propias y una composición más diversa que permite explorar acuerdos con distintos bloques.
En este sentido, el Gobierno apuesta a negociar ausencias y abstenciones, especialmente entre los legisladores que no quieren “mancharse las manos” con la ratificación del veto. Esta táctica podría ser clave para alcanzar los 87 votos necesarios para sostener el rechazo presidencial.
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