El empresario Samuel Doria Medina, líder de centroderecha que encabeza ajustadamente las encuestas preelectorales en Bolivia con algo más del 21% de los votos, tiene profundos vínculos con la Argentina desde que era adolescente. Terminó el secundario en el Colegio Nuestra Señora de Luján, de los hermanos Maristas, a metros de la basílica, y todavía recuerda que estaba allí cuando ocurrió el golpe de Estado de 1976.
Pese a sus estrechos lazos personales y luego comerciales con la Argentina, afirma que su plan de gobierno denominado “100 días ¡carajo!“, no se inspiró en el lema ”¡Viva la libertad, carajo!» de Javier Milei, sino que se refiere a una anécdota personal muy conocida por los bolivianos y anterior a las campañas del presidente argentino.
El empresario que a sus 66 años hoy es dueño de la franquicia de Burger King en Bolivia tuvo varias “vidas”. Superó un cáncer de vejiga. En 1995 también sobrevivió a un secuestro de 45 días por parte del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) de Perú. Y en 2005 volvió a salir adelante una vez más durante un grave accidente aéreo cuando era presidente de la Sociedad Boliviana de Cemento, Soboce, (una empresa que valía un millón de dólares cuando la tomó a fines de los 80 y llegó a valer 600 millones de dólares cuando la dejó en 2014).
Fue durante aquel accidente aéreo en el que cayó con un Cessna 208 que lo transportaba junto a once personas en el departamento de Oruro cuando pronunció la frase que ahora incorporó a su plan de gobierno. “Mientras la nave se precipitaba a toda velocidad hacia tierra, me salió de muy adentro una oración que se ha vuelto famosa en Bolivia, y que ha aparecido en innumerables memes: ‘¡Carajo no me puedo morir!’ Por eso, como los bolivianos la identifican tanto conmigo, decidí utilizarla en mi programa“, afirmó Doria Medina en un extenso diálogo con LA NACION vía zoom.
Luego de varias candidaturas frustradas a la vicepresidencia y también a la presidencia, ahora por primera vez comparte cabeza a cabeza el liderazgo de los sondeos junto al otro candidato de centroderecha, el expresidente Jorge “Tuto” Quiroga.
-¿Cree que finalmente será usted quien ponga fin a dos décadas de hegemonía del MAS y de la izquierda en la política boliviana?
-Mire, le comento como anécdota que el diputado oficialista Jerges Mercado está proponiendo que el Movimiento al Socialismo (MAS) cambie su candidato Eduardo del Castillo [exministro de Gobierno de Luis Arce], pero no para ganar las elecciones, sino para conservar su sigla. Porque, según la legislación boliviana, cuando un partido obtiene menos del 3% de los votos en los comicios, pierde su personería jurídica. Y las encuestas dan que debido a la fragmentación que viene sufriendo, el MAS, que llegó a tener el 55% de los votos, hoy no alcanzaría ni siquiera al 2%. Hasta ese punto llegó la crisis de la izquierda.
-Sin ninguno de sus aliados cercanos como candidato, Evo Morales está proponiendo boicotear las elecciones. ¿Qué poder real cree que tiene para lograrlo?
-Morales no es hoy el del 2005. El año pasado organizó una marcha a La Paz para protestar contra su inhabilitación y dijo, «Vamos a llegar millones a La Paz». Pero a lo sumo hubo 2000 personas y acabaron rápidamente la protesta. Luego se encerró en su feudo en el Chapare, Cochabamba, e inició un bloqueo en el que han matado a cinco jóvenes policías. Y eso generó un gran repudio entre la gente, porque los bolivianos queremos librarnos del MAS pero con el voto, de forma pacífica, como hicieron los argentinos con el kirchnerismo. Por eso lo único que les quedó ahora es la amenaza del boicoteo.
-Morales sigue hoy atrincherado y se resiste a la orden de aprensión que dictó la Justicia por sus numerosas causas legales. ¿Usted va a buscar meterlo preso?
-Creo que es una cuestión de tiempo. Cuando Evo vea los resultados de la elección se va ir a refugiar a Venezuela o Cuba, o con el próximo gobierno haremos efectiva esa orden de detención, sin violencia. Quiero que rinda cuentas ante los jueces porque son acusaciones muy graves de haber abusado de mujeres menores de edad.
-¿Qué es lo que ha sucedido en Bolivia para pasar del llamado “milagro económico” liderado por el MAS a la grave situación actual con desabastecimiento en todos los rubros incluyendo combustible, inflación, agotamiento de las reservas, una deuda fiscal galopante…
-Bolivia está viviendo la peor crisis económica de los últimos 40 años porque se aplicó un modelo económico estatista que ha fracasado en todo el mundo y porque hubo un despilfarro muy grande con el dinero que entró en los tiempos del auge de las materias primas. En estos veinte años llegaron a Bolivia unos 60.000 millones de dólares por exportación del gas, y hoy estamos en una situación muy similar a la de la Argentina en 2023 cuando ganó Milei. La inflación es cada vez mayor, el dólar paralelo sube y ya duplica al oficial.
-¿En qué consiste entonces su plan “100 días ¡carajo!“?
-El principal problema hoy es la falta de dólares y de combustible. Y eso es algo que se puede resolver en 100 días. Es tal la gravedad de la situación que dar un horizonte de tiempo generó mucha esperanza en los bolivianos. Nuestro problema económico es fundamentalmente fiscal. Con los ingresos de la renta del gas se ha creado un centenar de empresas públicas sin ningún estudio previo y hoy son una sangría de fondos para el Estado. Pusieron un ingenio azucarero estatal en una región donde no crece la caña, construyeron una fábrica pública de envases de vidrio a 1000 km de los mercados y obviamente, al transportarlos, más de la mitad de los envases llegan rotos. Y el Banco Central les ha dado crédito a esas empresas repletas de “ñoquis”, como dicen en la Argentina. También tenemos un subsidio muy alto a los carburantes. Hoy un litro de gasolina cuesta apenas 25 centavos de dólar. Entonces, un tercio del combustible se va en contrabando a los países limítrofes y no hay nafta en Bolivia. La gente ha llegado al punto de decir “que el combustible suba lo que tenga que subir, pero que haya”. Entonces, mi plan urgente es el cierre de empresas deficitarias, utilizar préstamos internacionales ya acordados que el gobierno no ha ejecutado, y que en Bolivia vuelva a haber combustible y dólares.
-Un tema que preocupa desde la Argentina es la alianza en materia de defensa y seguridad que el gobierno del MAS hizo con el régimen de los ayatollahs en Irán, acusados por el atentado de la AMIA. ¿Qué piensa hacer al respecto?
-Bueno, a los bolivianos también nos preocupa esa cuestión. Porque en los últimos veinte años Bolivia se ha aislado internacionalmente y a todos nos sorprende que en las Naciones Unidas, junto a Nicaragua, Cuba y Venezuela, apoyemos a Irán. Lo preocupante es que nos hemos aislado del mundo, de la Unión Europea, de los Estados Unidos y hasta de los países sudamericanos. Entonces, vamos a impulsar relaciones con todos los gobiernos, pero no nos interesa tener vínculo con regímenes vinculados al terrorismo internacional como Irán, ni con dictaduras como Nicaragua, Venezuela o Cuba.
-En concreto, ¿qué se ve en Bolivia del acuerdo con Irán? ¿Les han entregado armamento, ayuda militar?…
-Lamentablemente solo nos han dado espejitos de colores. Le regalaron a Evo Morales un canal de televisión y, que se conozca, no hay mucho más de los iraníes en Bolivia. Sí hay reportes preocupantes sobre un desmesurado número de diplomáticos en la embajada iraní, y se teme que pueda ser gente de Hezbollah o de Hamas.
-Otra cuestión que preocupa desde la Argentina es el auge del narcotráfico en Bolivia.
-Efectivamente. Es de conocimiento público que la base principal de la mafia brasileña del Primeiro Comando da Capital (PCC) está en Bolivia. En mayo pasado detuvieron a Marcos Roberto de Almeida, alias “Tuta”, alto jefe del PCC, cuando con total impunidad fue a renovar su registro como residente extranjero en Santa Cruz de la Sierra. Pero fue la policía brasileña la que encendió las alarmas. También se descubrió que el narcotraficante uruguayo Sebastián Marset, acusado por el crimen del fiscal paraguayo Marcelo Pecci en Colombia en 2022, era dueño de un equipo de fútbol en Santa Cruz. Entonces, ha habido una permisividad muy peligrosa respecto al narcotráfico estos últimos 20 años. Y me propongo cambiar esto a partir de noviembre coordinando el trabajo con todas las policías del mundo.