La Legislatura provincial entregó el Premio “Profesor Juan Chico” a Elizabeth González, coordinadora integral de las actividades judiciales con los pueblos indígenas en el Poder Judicial. En los estudios de CIUDAD TV, González aseguró que el reconocimiento “es ver el fruto no solamente mío, porque este premio es para todos quienes de una u otra manera también han contribuido en lo que hoy soy como mujer. Sin todas aquellas personas que han sembrado en mí, puedo hoy llegar a ver todo el trabajo que he hecho”.
Recordó sus primeros pasos en la traducción y el acompañamiento a su comunidad: “A los 11 años ya había oficiado de traductora. Once años es una niña, y para nosotros la situación de entonces era que no podíamos hablar de lo que era la interculturalidad. Yo ya hablaba castellano y oficiaba de traductora. Era una de las trabas más grandes que teníamos, poder comunicarnos con el otro. No fui a una escuela bilingüe, tuve que aprender a fuerza el castellano”.
González valoró la figura de Juan Chico, quien da nombre al premio recibido: “Se fue tan joven de estos espacios, sin embargo deja este legado. Esto también contribuye al reconocimiento de todos quienes luchamos por los derechos de los pueblos indígenas, podemos decir que se ha logrado mucho, pero en materia viva muchas veces todavía tenemos que estar forjando a que se cumplan”.
También rememoró experiencias de su adolescencia que la marcaron: “Me pegó muy fuerte cuando muchos hermanos padecían de tuberculosis y no sabían cómo era el tratamiento. Acompañaba como a los 14 años a traducir y enseñar que había que tomar primero el vaso de leche porque los medicamentos eran muy fuertes. Esa tuberculosis ha terminado a muchos hermanos, y eso me llevó a estudiar enfermería”.
En cuanto a su rol en el Poder Judicial, señaló: “Hace más de 10 años que estoy en el Poder Judicial como primera funcionaria judicial indígena. Hoy somos 23 empleados judiciales indígenas de planta en todas las circunscripciones donde hay personas indígenas y manejamos un listado de peritos traductores e intérpretes de lenguas indígenas”.
Resaltó que se busca una mayor inclusión profesional: “Ya no queríamos que nuestros hermanos ingresen simplemente como ordenanza, sino que tenemos hermanos que son profesionales. En Resistencia hubo un concurso con 45 personas indígenas inscritas, quedaron 35 y muy pronto va a ser el examen. Es una alegría poder mirar todo este despliegue que hemos desarrollado, una articulación de trabajo impresionante”.
En ese marco, adelantó un avance nacional: “A través de la Superintendencia y el Centro de Estudios Judiciales hemos participado de un concurso con más de 200 inscritos en todo el país, y nuestro proyecto fue ganador. Estamos trabajando en una plataforma de innovación para los pueblos indígenas, que va a permitir la geolocalización de personal indígena, de peritos traductores e intérpretes”.
Asimismo, mencionó que “estamos muy próximos a poder tener juicio por jurado con personas indígenas” y subrayó la importancia del idioma: “Hoy para hablar de los derechos de los pueblos indígenas es fundamental el idioma. Que no se pierdan nuestras lenguas. Creo que es el tesoro más grande, porque la lengua es cultura. Hay algo que no hay que perder: la esencia de cómo somos como pueblos indígenas”.
En su mensaje, González convocó a la unidad: “Llamo a mis hermanos qom, mocoví y wichí a la unidad. Que nadie más fragmente nuestra forma de vida. Somos un pueblo soberano, un pueblo que tenemos nuestra propia soberanía alimentaria, y los pueblos indígenas con el arte que tienen puedan decir: mantengo a mi familia con esta forma de vida que hemos desarrollado”.
También insistió en el conocimiento de los derechos: “Conocer nuestros derechos en nuestras lenguas indígenas es poder terminar con tantas violaciones que hemos padecido y padecemos a diario por desconocimiento y por el analfabetismo que tiene la sociedad en general por no conocer nuestra cultura”.
González agradeció a sus familiares y referentes: “Quiero dar reconocimiento a mis hermanas de sangre que me acompañaron siempre, a mis tías, a mis padres, sin olvidarme de la formación que me han dado personas que no pertenecen a los pueblos indígenas”.
Finalmente, expresó un llamado a la juventud: “Quiero pedir que nuestros jóvenes puedan involucrarse, contar nuestra historia, no tener vergüenza. Hemos entrado en esta riqueza de la interculturalidad. Somos muy ricos porque hablamos dos lenguas. En mi caso estoy tratando de aprender wichí y mocoví, además de hablar castellano. Queremos un mundo de paz, donde todos pongamos el hombro y un granito de arena para mejorar”.