Crisis de confianza?

La semana que pasó dejó al Gobierno expuesto en varios frentes al mismo tiempo.

En el plano político, Milei enfrentó una seguidilla de derrotas legislativas que tensionaron su frágil equilibrio con el Congreso. Diputados dio marcha atrás con el veto presidencial a la emergencia en discapacidad y el Senado convirtió en ley dos proyectos: la emergencia pediátrica y el refuerzo universitario. Juntas, esas iniciativas agregan 0,4% del PBI de gasto este año y 0,6% en 2026.

Como si fuera poco, el oficialismo quedó salpicado por un escándalo de corrupción en la Agencia de Discapacidad, que golpea de lleno a Karina Milei y al operador presidencial “Lule” Menem.

En paralelo, la macroeconomía comenzó a mostrar síntomas más visibles de agotamiento. El dato del EMAE de junio confirmó una caída de 0,7% mensual, acumulando dos meses consecutivos en rojo y llevando al PBI por debajo del nivel de diciembre de 2024. Y esto fue anterior al apretón monetario y la suba intempestiva de tasas.

La mayor de las alertas vino por el lado de la confianza de los consumidores. Este indicador, elaborado por la Universidad Torcuato Di Tella,  es un muy buen termómetro del sentimiento de las familias a la hora de consumir. En agosto, se desplomó 14% y, dentro de ese número, los hogares de menores ingresos registraron un derrumbe de 18% mensual.

Pero el dato más elocuente creemos que se encuentra cuando se subdivide al índice en 2 subcomponentes: condiciones presentes y condiciones futuras. Como puede verse en el gráfico de la semana, la caída de agosto fue generalizada (-13% presente y -15% futuro).

Al respecto, lo que nos interesa marcar es que no sólo las expectativas de los consumidores a corto plazo.es tán en el peor nivel de toda la gestión, sino que se ubican exactamente en los peores niveles de la gestión de Macri, cuando la devaluación y la vuelta al FMI generaron un quiebre irreversible de su gobierno.

Las señales estuvieron y hoy se confirman en todos los frentes. Con las tasas en el cielo, el costo del financiamiento se encarece semana a semana.

El viernes se publicaron los datos de la calidad de las carteras crediticias de los bancos y dejaron otra señal que venimos levantando hace tiempo: en junio (bastante antes del inicio de la volatilidad extrema),  la mora en los créditos de las familias aumentó al 5,2%, el registro más alto desde 2010.

Sin dudas, la situación sería sensiblemente peor si el Ejecutivo no hubiera logrado defender el superávit en sus cuentas. Julio cerró con superávit primario por 1,1% del PBI en el acumulado anual.

Dicho eso, el sesgo de la política económica privilegia sostener la tendencia a la baja en la inflación a cualquier costo. El problema es que la política ya empezó a erosionar esa estrategia, tanto por las derrotas legislativas como por las tensiones internas. En este marco, el margen de maniobra de Caputo luce cada vez más acotado.

Las implicancias para la economía real son claras: tasas más altas, financiamiento escaso, consumo debilitado y actividad en retroceso. Un escenario muchísimo más adverso al que el Ejecutivo planeaba ir cuando logró que el FMI aprobara el crédito por USD 20.000 M.

Con sólo diez ruedas hasta las elecciones bonaerenses de septiembre, Milei eligió anticiparse con un discurso preventivo (y debilitado): denunció que “el kirchnerismo va a tirar todo el aparato” y hasta mencionó un posible fraude. Más allá de la retórica y el folklore electoral, lo cierto es que la economía llega a ese test con señales mixtas: una inflación en franca desaceleración, pero a costa de una mayor recesión y con un frente político que no da tregua.

SECCION NACIONAL

EL MERCADO SE SIGUE TENSANDO

En los mercados, los sobresaltos no fueron menores. La tasa de interés empezó a mostrar algunas deficiencias para controlar el tipo de cambio, que luego de estar planchado a la baja durante 11 ruedas seguidas, volvió a subir, aun en un contexto de tasas de interés estratosféricas.

El Banco Central intervino para ponerle un piso a las tasas de caución a un día, que se habían desplomado hasta niveles cercanos a cero al principio de la semana. El mercado reaccionó muy mal, con la curva pesos yendo a rendimientos por encima de 6% mensual en el tramo más corto y por encima de 4% a nada menos que 3 meses de plazo. El jueves, la autoridad monetaria directamente salió a comprar Lecaps y provocó un rally forzado, llevando la Lecap de noviembre de vuelta debajo de 4%.

La foto es elocuente: el mercado detecta que la Secretaría de Finanzas empieza a mostrar miedo a convalidar tasas insostenibles de cara a un vencimiento clave la semana próxima por $13,7 billones, de los cuales $9,1 billones están en manos privadas.

La curva CER, en cambio, sigue castigada: los bonos largos ya descuentan tasas reales cercanas al 15% y los más cortos, 30%. Ese derrumbe implicó que la inflación implícita a diciembre se ubique en torno al 25% anual, un escenario que combina el efecto de la recesión incipiente con el endurecimiento monetario. El Gobierno apuesta a consolidar la desinflación incluso a costa de la actividad: la tasa de préstamos corporativos a un día pasó de 36% a 90% en apenas seis semanas, un encarecimiento brutal que repercute directamente sobre el financiamiento de empresas y PYMES.

En los mercados internacionales, el humor también se deterioró. Los bonos globales en dólares, que venían resistiendo con relativa calma, cayeron 2,5% en promedio esta semana. El riesgo país volvió a trepar por encima de los 750 puntos, reflejo de que el ruido político y la fragilidad macro empiezan a pasar factura. Lo que hasta ahora parecía un desacople benigno con respecto al frente doméstico, comenzó a desvanecerse.

EL SUPERÁVIT COMERCIAL ALCANZÓ LOS USD 988 M

De acuerdo a INDEC, el sector externo sigue mostrando cierta holgura en términos de la balanza comercial: el superávit de bienes llegó a USD 988 M en julio.

Si bien esto representa una disminución del 32% respecto al superávit registrado en igual mes de 2024, el buen dato se desprende de mirar las exportaciones. Como indica el gráfico, las ventas al exterior totalizaron USD 7.727 M, convirtiéndose en el mejor julio desde que se tengan registros.

Ese buen desempeño de las exportaciones se realza cuando las analizamos en cantidades, es decir, abstrayéndonos del efecto de los precios internacionales. En cantidades, julio de este año estuvo 20% por encima de 2022 y 9% arriba de 2012, los otros años en los que las exportaciones en valores estuvieron muy cerca de 2025.

Por el lado de las importaciones, la ralentización de la actividad y el tímido ajuste del tipo de cambio frenaron su empuje. Además, los precios internacionales vienen ayudando ya que el valor importado está dentro del promedio de los últimos 5 años, pero, medidas en cantidades, están a sólo 1% del récord de 2017.

En este contexto de creciente inestabilidad, que el superávit se sostenga es una señal positiva. Será fundamental monitorear muy de cerca los precios internacionales en las próximas semanas.

LA ACTIVIDAD CERRÓ CON CAÍDA EL PRIMER SEMESTRE

En la semana se hizo público el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE-INDEC) del mes de junio, el cual adelanta con frecuencia mensual el PBI de la economía argentina. La actividad económica cayó 0,7% mensual (desestacionalizado), y acumula de esta manera dos meses en terreno negativo (may: -0,2%).

Aun así, a pesar del flojo segundo trimestre, la economía promedia un crecimiento del 6,2% interanual en la primera mitad del 2025, producto del arrastre estadístico que genera la recuperación económica del segundo semestre de 2024.

Ahora bien, ¿cuál es el balance si depuramos este efecto?. Mirando la serie sin estacionalidad, el EMAE se ubica 0,6% debajo de donde empezó este año (dic-24), lo que indica que la actividad está en franca caída. Si asumimos (de manera simplista), que el segundo semestre será igual que el primero, el 2025 cerraría con un retroceso punta (dic-25 vs. dic-24) de -1,3%. Sólo para dimensionar el arrastre estadístico, esa caída se traduciría en un crecimiento del 3,8% en la comparativa de promedios anuales.

Teniendo este calculo en mente (1S anualizado), replicamos el ejercicio para cada uno de los sectores económicos que componen el EMAE y lo tomamos como una perspectiva de crecimiento para este año. El gráfico ubica esta perspectiva a nivel sectorial y pone en relación al balance que muestra cada uno de ellos respecto a igual periodo de 2023.

No es novedad que los mismos sectores que crecen frente al año de referencia, sean los mismos que traccionen una dinámica positiva en el 2025 (intermediación financiera, Minería y Oil&Gas). Un asunto importante, como puede verse en el gráfico, es que los sectores “ganadores” representan una porción ínfima del empleo.

Mientras que, los que aun no recuperan sus niveles, difícilmente lo hagan este año sin una reactivación más generalizada de la economía. Dentro de este último grupo, destacamos el débil desempeño de la industria, que se deteriora a un ritmo promedio del 13,3% anualizado en el 1S y sólo en junio cayó 1,5%. Con un peor retroceso respecto a 2023, pero con un 2025 neutral, destaca la construcción.

Por su parte, el Comercio, que cayó 1,2% en junio respecto a mayo, se encuentra en una situación de virtual estancamiento en 2025. En cuanto al consumo masivo, las ventas de supermercados crecieron 0,2% en junio, mientras que mayoristas bajaron 1,8%.

Como puede verse en el gráfico, el Índice de Confianza Empresarial de INDEC correspondiente a julio volvió a posicionarse en terreno negativo. No sólo empeoró la percepción del presente, sino que las expectativas están en el peor momento desde julio de 2024.

SECCION INTERNACIONAL

POWELL CAMBIA EL EJE: DEL MIEDO A LA INFLACIÓN AL RIESGO LABORAL

La FED se encamina a dar un giro: el presidente del board, Powell, reconoció que el desempleo, aun en niveles bajos, esconde un frágil equilibrio entre oferta y demanda de trabajo, con elevados riesgos de deterioro. Además, enfatizó que el impacto de los aranceles en la inflación ya no es desconocido, por lo que la balanza de riesgo se terminó de inclinar por la actividad. Así, la baja de tasas pareciera estar más cerca que nunca.

El resultado inmediato fue un rebote fuerte de Wall Street, con el Dow Jones alcanzando un récord histórico y el S&P 500 recuperando parte de las pérdidas acumuladas en la semana.

La reacción se entiende: el mercado venía tensionado por datos mixtos de inflación y señales dispares del empleo. Hasta el jueves, las apuestas a un recorte de 50 puntos básicos en septiembre se habían enfriado —la probabilidad cayó de casi 100% a 70%—, pero el discurso de Powell revirtió el ánimo. Ahora, se descuenta un recorte de 25 pbs en septiembre y otro similar en diciembre.

Europa aportó su propia cuota de contraste. Los PMI preliminares sorprendieron al alza, mostrando señales de estabilización en la industria y un rebote en servicios. El Banco Central Europeo, que hasta hace pocos meses buscaba espacio para seguir bajando tasas, ahora parece haber terminado el ciclo de recortes: los analistas ya especulan con un posible aumento en 2026. Mientras la FED se mueve a la defensiva, Europa comienza a dar señales de haber encontrado un punto de equilibrio.

En Asia, en cambio, el tono fue menos alentador. Japón enfrentó una subasta de bonos a 20 años con demanda floja y rendimientos al alza, reflejando dudas sobre la sostenibilidad fiscal. China, en tanto, extiende un rally bursátil del 22% desde abril, pero con un trasfondo de cautela: los fondos locales llevan ocho semanas de ventas netas, recordatorio de una década marcada por falsos arranques.

En el mundo emergente, el índice de acciones ganó +1,4% en USD en la semana, favorecido por la expectativa de que una FED más laxa gatillará ingresos de capital en busca de retornos. La idea de que una depreciación global del dólar puede seguir favoreciendo a los activos emergentes está más viva que nunca.

¿Qué implica todo esto para la economía real? Para Estados Unidos, que un Powell más sensible al empleo se traduzca en menores tasas significa alivio para créditos hipotecarios y financiamiento empresarial, en un momento donde la inversión privada había comenzado a mostrar signos de debilidad. En Europa, la estabilidad de los PMI sugiere que no habrá más estímulo monetario en el corto plazo, por lo que la recuperación deberá apoyarse en la demanda interna y la política fiscal.

Para Argentina y otros emergentes, la ventana de liquidez global sigue abierta, aunque con un matiz: la volatilidad de tasas largas en EE.UU. y Japón recuerda que no todo depende de Powell, sino también de la confianza fiscal de las grandes economías.

Los próximos datos de empleo en EE.UU. definirán, en buena medida, la suerte de la economía global en este tercer trimestre.

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