Adolfo Cambiaso con Olé: su nueva serie, Cuartetera como Messi, los clones y más

Pocas figuras del deporte argentino alcanzaron el estatus de leyenda. Adolfo Cambiaso no solo lo logró: lo superó. Forjado desde chico entre caballos y bochas en las canchas de Cañuelas, irrumpió en el mundo del polo con una voracidad sin precedentes. A los 19 ya tenía los 10 goles de hándicap. A los 21 fundó La Dolfina, un club que revolucionó la historia del polo moderno. A lo largo de más de 30 años de carrera, dominó el juego dentro y fuera de la cancha: fue campeón, criador, pionero en la clonación de caballos y hoy es el motor de una dinastía que cabalga fuerte con sus hijos Mía, Poroto y Myla.

Ahora, su historia llegó a la pantalla con una serie documental original de Disney+, que ya está disponible: «Adolfo Cambiaso: en el nombre del polo», dirigida por Juan José Campanella. La producción retrata al hombre que cambió las reglas del juego, su mentalidad ganadora, los momentos clave de su carrera y su lado más íntimo: el vínculo con su familia, el dolor por el accidente de su hermano, la pasión por la crianza equina y el sueño cumplido de consagrarse campeón del Abierto Argentino junto a su hijo Poroto. ¿Lo increíble? Lo lograron cuando Adolfo tenía 47 años y Adolfo hijo, apenas 16. En una charla mano a mano con Olé, Cambiaso repasó su historia, su legado y el detrás de escena de una leyenda viva.

Adolfo Cambiaso acariciando a uno de los caballos que lo llevaron a la cima.

-¿Alguna vez imaginaste que ibas a tener una serie sobre tu vida?

La verdad que no. Nunca pensé que alguien podía hacer una serie sobre mí. Primero que nada, le agradezco a Disney por interesarse en mi historia. Se ha contado bastante sobre mi carrera, pero esto es algo diferente. Lo que puede interesar es lo que me fue pasando: jugar 30 años al más alto nivel, ganar con mi hijo, criar y clonar caballos, y competir con clones ganando torneos grandes… Son cosas que quizás no todos conocen. Y también el lado humano: el accidente de mi hermano, cómo eso impactó en mi vida. Creo que hay muchas capas para mostrar de lo que fue mi recorrido.

-¿Qué significa haber jugado y ganado con tu hijo?

Es increíble. En 2014 yo ya estaba para retirarme. No podía dormir, tenía ciática, me dolía todo. Y mi hijo Poroto tenía 10, 11 años… imposible pensar en competir con él. Pero los clones me motivaron. Me cuestionaban todo el tiempo, me decían que estaba loco, que no iba a funcionar. Y eso me empujó a mejorar físicamente, a seguir. Poroto empezó a jugar cada vez mejor y yo más o menos me mantenía. Y en 2022 pasó: ganamos juntos el Abierto de Palermo, que es como el Mundial para nosotros. Yo con 47 años, él con 16. Es como si LeBron ganara la NBA con su hijo Broni. Eso me pasó a mí. Fue algo increíble, ambos jugando con caballos clonados.

Adolfo Cambiaso, abrazado junto a su hijo Poroto.

-¿Te motivó especialmente ganar con un caballo clonado?

Sí, claro. En 2010 me mataron por eso. Me decían que era una locura, que los clones no iban a rendir. Pero cuando te critican, te alimentás de eso. Yo trabajé para demostrar lo contrario. Y hoy, en 2025, no solo ganamos con clones, sino que el mundo del polo ya clona caballos. Fue una satisfacción enorme demostrar que esa locura funcionaba.

-¿Cuándo supiste que eras lo suficientemente bueno como para vivir del polo?

-Desde chico me encantaban los caballos. Jugaba al tenis también, pero a los 10 años ya sabía que quería dedicarme al polo. A los 14 ya tenía contratos para jugar afuera. Me apasionaban los caballos, y eso me llevó a tomar la decisión. No sabía si iba a ser bueno, pero sí que quería vivir de eso.

-¿Qué hace especial a una yegua? ¿Cómo sabés que es distinta?

-Eso es pura experiencia. Como un cazatalentos en el fútbol. Ves cosas, sentís cosas. Hay que tener un buen ojo, una buena estructura atrás, un equipo que te conozca. El caballo hoy es un deportista de élite, se entrena y se cuida mejor que nosotros. Cuando encontrás uno especial, lo cuidás como oro. Temperamento, tamaño, boca… Todo cuenta.

Cambiaso, en plena acción durante el entrenamiento.

-¿Y la famosa Cuartetera? ¿Qué la hace única?

La Cuartetera fue la mejor yegua de la historia. La votó el mundo del polo. Yo arranqué con la locura de clonar y saqué 10 clones de ella. Los 10 jugaron el Abierto. Eso no existe. Cuando hacés hijos o hermanos no todos juegan en primera. Acá, al duplicar su ADN, fue tan fuerte que todos llegaron. Fue como la Messi del polo. Temperamento, cabeza, todo. Una genia total.

-¿Cómo es su alimentación?

Pasto y avena, básicamente. Es lo más común. A veces algún suplemento en invierno, cuando están descansando. Pero no mucho más.

-¿Qué representa La Dolfina para vos? ¿Y Córdoba?

La Dolfina es mi casa. Literal. Es donde vivo, donde crecieron mis hijos, donde me siento cómodo. Córdoba es mi lugar para criar caballos. Me apasiona eso. Es mi fábrica de deportistas. Me gusta mucho estar allá, no solo por trabajo, sino porque amo lo que hago.

Adolfo Cambiaso en su criadero de caballos, en Córdoba.

-Si te cruzaras con el Cambiaso de chico, ¿qué le dirías?

-Que no pierda la pasión, que disfrute todo el proceso. Me he exigido mucho, a veces demasiado, y eso te puede quitar momentos. Pero también es parte del camino. Le diría que sea apasionado, que haga lo que ama, porque cuando hacés lo que te gusta no importa el esfuerzo.

-¿Resignaste muchas cosas por el polo?

Sí, claro. A los 14 empecé a viajar y dejé amigos, vida, colegio. Pero era lo que quería. Siempre digo que lo importante es elegir lo que uno ama. Y yo amaba esto. No lo viví como una renuncia, sino como una elección. Entreno, sí, porque a los 50 años no podés jugar si no entrenás. Es parte de seguir vigente. Pero siempre fue con gusto. Porque hago lo que amo.

-¿Te ves reflejado en Poroto cuando lo ves jugar?

No, somos diferentes. Él no tiene el hambre o las mismas ansiedades que yo tenía, que era muy pasional, dedicado. Él es mucho más tranquilo. Yo estaba 24 horas pensando en el polo. Él puede desenchufar y hacer distintas cosas, así que no lo veo parecido a mí, es increíble como jugador. Pero yo era apasionado, jugaba un año y ya estaba pensando en el próximo. De hecho, me sigue pasando. No relajo nunca ni cuando duermo relajo. No descanso nunca. Y él vive el día a día.

Cambiaso junto a su hijo Poroto, al atardecer, acariciando a una de sus yeguas.

Se viene un súper equipo con los Cambiaso y Castagnola

Para esta temporada de polo de alto handicap, que se forma con los torneos de la Triple Corona, o sea Hurlingham, Tortugas y Palermo, se anunció un Dream Team, con lo mejor de dos equipazos, formados por una familia.

Su nombre será La Natividad La Dolfina, y estará integrado por Bartolomé Y Camilo Castagnola, parte fundamental del útlimo campeón del Palermo, y los dos Cambiaso, mitad del subcampeón del 2024. Será la única cuarteta de 40 goles de handicap. Los hijos de Lolo son sobrinos de Adolfito y primos de Poroto.

En cuanto a los otros cuatro cracks que jugaron en ambos equipos, Facundo Pieres volvió a Ellerstina y Pablo Mac Donough se fue a La Hache (ambos eran de La Natividad). En tanto, Juan Martín Nero pasó de La Dolfina a El Overo, y David Stirling se retiró de la máxima competencia

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