A Defensa y Justicia y San Lorenzo le alcanzaron y le sobraron este sábado los 90 minutos para demostrar por qué son dos de los equipos más flojos de esta floja Liga Profesional. El cero a cero, que no le sirvió a nadie y no dejó a ninguno conforme, le quedó perfecto a un partido que rápidamente pasará al olvido.
Nada por aquí y nada por allá. Con esas siete palabras alcanza para describir lo que ocurrió -en realidad, lo que no ocurrió- en los primeros 45 minutos en Florencio Varela. Ni amonestados hubo. Fue un partido de tan bajo vuelo el que propusieron el Halcón y el Cuervo que lo mejor tuvo que ver con las situaciones que se hicieron virales ante semejante ausencia de fútbol.
¿Las postales? El autógrafo que tuvo que firmar Muniain -entró en el segundo tiempo- en una camiseta del Athletic de Bilbao que cayó desde una de las plateas del Tito Tomaghello. También la jugada en que Sosa, en el afán de frenar un ataque, le bajó los pantalones al chileno César Pérez, que muy ágil se los levantó mientras siguió con la jugada y la pelota al pie. Ytambién el botín suelto de Cuello por un pisotón de Ramos Mingo. Esos tres momentos, por escándalo, fueron mucho más interesantes que las dos ocasiones en que Bologna, arquero del local, tuvo que trabajar en el período inicial.
La primera fue al minuto cuando Reali y Bustos se combinaron y el ex Talleres remató cruzado e hizo lucir al ex River y Banfield. La siguiente, al ratito, cuando todavía había ilusiones de algo bueno, fue un guantazo salvador tras una buena aparición de Braida, que llegó hasta el fondo luego de otra aparición de Reali, enganchó y sacó un derechazo que tenía destino de red.
Defensa apenas inquietó a Chila Gómez, que voló para la foto en un remate sin peligro de Bogarín y que luego tuvo controlado un disparo lejano de Soto. En el medio hubo otra chance para el Ciclón, tal vez la más clara, después de que Reali dejara solo a Bustos, cuyo remate de primera y con el pie abierto se fue apenas ancho.
Arrancó mejor pisado el dueño de casa en el segundo tiempo. Se empezó a arrimar con cierto peligro al área de San Lorenzo. Por eso, Romagnoli intentó patear el tablero con los ingresos del Perrito Barrios y Muniain. Y pareció que la jugada ofensiva surtía efecto. El español mostró rápido su clase para habilitar al inquieto Reali, quien desbordó ahora por derecha y mandó un centro bajo que encontró otra vez a Bustos. Esta vez definió suave y volvió a chocar con la seguridad de Bologna.
Fue un espejismo. Porque San Lorenzo volvió a hundirse en la intrascendencia. De hecho, Defensa retomó el control y hasta llegó al gol luego de que Miritello conectara de primera un centro del ingresado Herrera. Pero el punta estaba apenas adelantado y el VAR le ahogó el grito.
No hubo más en Varela. Fue un bodrio, más allá de que en este caso, a diferencia de lo que sucede en Hollywood, la segunda parte fue un poco mejor que la primera.